Mi recuerdo de Irlanda
Casi por casualidad, allá por abril, me enteré de la existencia de las becas que ofertaba Eurolingua para estudiar inglés en Irlanda. Casi por casualidad (y en el último momento) decidí solicitarla, más por probar mi suerte que mis resultados académicos. Sin ningún tipo de esperanzas (siendo consciente del elevado número de solicitudes que se efectuarían), allá por mayo, me comunican primero que era finalista de la beca y finalmente que era beneficiario de la misma. Hoy doy gracias a todas esas casualidades que me han hecho vivir una experiencia inolvidable.
La espera hasta ese 29 de julio fue eterna, siendo una mezcla entre alegría, impaciencia e incertidumbre por saber qué y con quién me iba a encontrar en ese país por entonces aún desconocido para mí. Desde el primer momento, aún en el aeropuerto, después en el avión y cuando apenas acababa de llegar a Dublín, se comenzaron a labrar amistades con personas desconocidas pero que tras dos cortas pero intensas semanas se han llegado a convertir en auténticos amigos. Este es quizás, el aspecto más positivo y satisfactorio de mi experiencia.
Corta pero intensa, muy intensa, es precisamente la mejor manera de definir la estancia en Dublín. Aquella primera tarde en la residencia instalándonos, conociendo a otros estudiantes y esperando a otros que llegaban y el buen ambiente entorno a aquella primera pinta de Guinness con todo el grupo esa misma noche en un pub a pocos metros de la residencia, fueron claros indicativos de que aquel no iba a ser un mero viaje de estudios. Desde ese primer día sabía que acabaría enamorándome de aquel país, de aquella ciudad, de su ambiente… Y así ha sido, Dublín es una ciudad no muy grande, pero con mucho que vivir pues cada calle, cada callejón, el que menos esperemos, tiene algo especial. Perderse por la ciudad los primeros días, cuando apenas la conocíamos fue simplemente increíble.
De la academia de inglés y de su equipo educativo no tengo más que palabras de agradecimiento. Siendo consciente de que en dos semanas las expectativas de aprendizaje de un idioma no pueden ser muy elevadas, tras haber realizado el curso, me siento bastante satisfecho con la experiencia, mucho más de lo que en un principio esperaba. Tanto los profesores, como los compañeros de todos los rincones del mundo ayudan desde el primer instante a madurar, sobretodo, el oído y la fluidez verbal. Las excursiones organizadas por la academia los fines de semana han sido otras de la experiencias más gratas de la estancia. Descubrir otros lugares de Irlanda, aprendiendo su idioma a la vez que se conoce a personas de todas las partes del mundo es alucinante.
Más de una semana después de haber regresado, aún sigo añorando madrugar para ir a la academia de inglés, mientras algún irlandés te pide disculpas a la más mínima en la segunda planta de sus tan característicos (y caros) autobuses. Aún sigo echando en falta esos bocatas o sándwiches en St Stephen’s Green previos a las visitas guiadas (aunque en aquel momento maldijese la gastronomía irlandesa y bendijese la española). Pero sobre todo, aún sigo añorando esas pintas de Guinness en cualquier pub de Dublín tras tan interesantes visitas, entre risas con gente que dejaron de ser desconocidos para convertirse en grandes amigos. Gracias a Eurolingua por haberme hecho participe de esta experiencia inolvidable.
Adrián Rodríguez Segura